Sinopse
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La Pasión y Muerte con que nuestro Rey y Salvador Jesucristo dio fin a su vida y predicación en el mundo es la cosa más alta y divina que ha sucedido jamás desde la creación. Vivió, padeció y murió para redimir a los hombres de sus pecados y darles la gracia y la salvación eterna. Por cualquier parte que se mire es así, por parte de la persona que padece o mirando la razón por la que sufre es tan grande el misterio que nada igual puede ya suceder hasta el fin del mundo.
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El sacrificio del Señor fue ofrecido sólo una vez, fue suficiente y sobrante para todos los hombres y todos los siglos. Con este solo sacrificio quedó aplacada la ira de Dios. Se hizo Justicia. Se abrieron las manos de la Misericordia. Se perdonaron los pecados. Los hombres se hicieron amigos de Dios. La gracia y la vida eterna fueron una conquista conseguida a los hombres.
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No debemos pensar que ofreció su sacrificio en general, por todos nosotros en conjunto. No fue así. Cuando estaba en la cruz nos tuvo en cuenta a cada uno en particular, y amó a cada uno, y por cada uno murió, para que a cada uno se le perdonasen los pecados y recibiera la gracia. Murió por cada uno como si cada uno estuviera solo en el mundo. Y no sólo esto, sino que en la cruz vio cada uno de nuestros pecados, cómo los cometíamos, los vio antes de la misma manera que los ve ahora cuando suceden. Esto afligió de un modo indecible su Sagrado Corazón, y rezó al Padre, y suplió por cada uno para que, a cada uno, se le perdonaran los pecados.